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¡Hola a todos!

Hoy quiero hablarles sobre el increíble valor que tienen nuestras ideas y el poderoso impacto del pensamiento creativo en nuestras vidas. 

¿Alguna vez te has preguntado cómo los genios publicitarios incorporan la creatividad en su trabajo y cómo podemos aplicar ese enfoque en nuestras situaciones profesionales, familiares y sociales?

¡Pues estás en el lugar correcto para descubrirlo!

Permíteme empezar contándote una experiencia personal en el mundo de la publicidad. Cuando ingresé a este fascinante negocio, me quedé maravillado con el departamento creativo de la agencia. Ocupaba un piso completo y era el centro de atención. Pronto me di cuenta de que tener un equipo creativo de calidad marcaba la diferencia en la calidad del servicio publicitario.

La publicidad es, sin duda, un campo donde se valora enormemente la generación de ideas. Son la materia prima y la razón de ser de esta industria. Si bien hay otras áreas importantes en las agencias, la publicidad es donde todas las demás piezas se unen para dar vida a la información.

Las ideas creativas valen miles de millones de dólares, por eso el talento creativo es tan apreciado. Pero, ¿qué es exactamente lo que valoramos en un buen creativo? Sin duda, su capacidad para persuadir a los consumidores y hacer que adquieran los productos y servicios que se promocionan. No es una tarea fácil, considerando la infinidad de opciones disponibles y las grandes inversiones destinadas a difundir ofertas similares.

La principal característica de un buen creativo es su habilidad para presentar propuestas atractivas e irresistibles a los clientes potenciales. Pero, ¿qué hace que estos «genios creativos» sean extraordinarios? ¿Nacen con esas facultades o las cultivan?

Como sucede en cualquier actividad, desarrollamos las habilidades a las que dedicamos tiempo, adoptamos la actitud adecuada, aplicamos las técnicas correctas y, sobre todo, disfrutamos haciéndolo. Cuando nos apasiona algo, encontramos el tiempo necesario para dedicarlo, buscamos las técnicas apropiadas y adoptamos una actitud abierta y positiva.

Todos poseemos un genio creativo en nuestro interior, en mayor o menor medida. No necesariamente se trata de generar ideas para la publicidad, sino de aplicar la creatividad en todas nuestras actividades diarias. La creatividad, al igual que otras habilidades, puede desarrollarse y mejorarse con entrenamiento y la actitud adecuada.

El proceso creativo fluye con mayor facilidad en personas que utilizan el hemisferio derecho del cerebro, el área no racional donde se manifiesta el pensamiento abstracto. Es el mundo de la imaginación, sin límites, donde todo es posible. Curiosamente, es en este aspecto donde los niños son maestros. Ellos pueden crear un mundo maravilloso a partir de un simple objeto, ver figuras animadas en formas cotidianas e imaginar increíbles aventuras con el menor estímulo.

Sin embargo, a medida que crecemos y nos sometemos a la educación formal, vamos enterrando poco a poco ese niño interior. Nos hemos dejado llevar por el «pensamiento adulto» aceptado y hemos perdido nuestra capacidad de asombro y de ver más allá de las formas. Hemos dejado de soñar y de creer en la realización de nuestros sueños. Es triste, pero muchas veces nos ridiculizan cuando expresamos ideas que no se ajustan al pensamiento convencional.

Recuerdo cuando descubrí el libro «El Principito». En ese momento, decidí compartir su sabiduría con mis hijas, que eran muy pequeñas. Quería transmitirles la importancia de conservar la esencia y los valores del pensamiento infantil. Sin embargo, fueron ellas quienes me enseñaron una lección más profunda. Para mis hijas, era completamente normal que existiera un planeta habitado por un solo habitante o que un sombrero tuviera forma de serpiente tragándose a un elefante. Me mostraron que no eran ellas quienes necesitaban leer el libro, sino los adultos que habíamos olvidado cómo ser niños. Hoy, casi veinticinco años después, aún conservo el libro y sé que es el momento adecuado para que lo lean.

Todos necesitamos nutrir nuestra creatividad, sin importar cuál sea nuestra actividad. Constantemente vendemos ideas, conceptos, servicios y hasta nuestra propia imagen, tanto en el ámbito laboral como en el social y familiar. Es importante recordar que el pensamiento abstracto es solo una faceta de la creatividad. Lo ideal es combinar ambos hemisferios cerebrales para no limitar nuestra capacidad intelectual. El pensamiento racional, ubicado en la parte izquierda del cerebro, juega un papel fundamental en el proceso creativo. Nos ayuda a dar forma a las ideas y a alimentar la imaginación con información relevante para desarrollar conceptos y proyectos concretos.

El pensamiento creativo requiere guías y dirección para funcionar de manera efectiva. Es fundamental equilibrar la parte abstracta y concreta de nuestra mente. La clave está en dejar fluir libremente las ideas y darles forma respetando su esencia, adaptándolas a situaciones prácticas y funcionales.

Así como los «genios creativos» de las agencias de publicidad no crean ideas sin control, sino que se nutren de información y colaboración con otros departamentos, también podemos aplicar esta técnica en nuestras actividades profesionales, sociales y familiares. Seamos creativos en nuestras propuestas y planteamientos.

Quiero compartir contigo un método sencillo pero eficaz para fomentar la creatividad:

  1. Recopila toda la información relevante sobre el tema que te interesa.
  2. Investiga los gustos y preferencias de las personas a las que dirigirás tu propuesta.
  3. Define claramente lo que quieres comunicar.
  4. Concéntrate en una idea única.
  5. Crea un cuadro mental detallado de los beneficios de tu propuesta.
  6. Deja que tu subconsciente trabaje en ese cuadro mental durante uno o dos días. Olvídate del tema por un tiempo.
  7. Retoma la idea y dale forma, adaptándola a las expectativas y necesidades de tus receptores.
  8. Presenta la propuesta de manera atractiva y original.
  9. Genera expectación para que tus interlocutores esperen con entusiasmo el desenlace de la propuesta.

Recuerdo una experiencia en la que tuve que contratar a un payaso para repartir globos a los niños en un evento organizado por un cliente. Durante las negociaciones con la agencia de entretenimiento, me di cuenta de que todos los payasos ofrecían más o menos lo mismo: globos, trucos de magia y bromas. No había nada que realmente destacara entre ellos.

Decidí aplicar mi pensamiento creativo y ofrecer algo diferente. Investigué sobre los gustos y preferencias de los niños que asistirían al evento y descubrí que muchos de ellos eran fanáticos de los superhéroes. Fue entonces cuando se me ocurrió la idea de contratar a un «payaso superhéroe».

En lugar de contratar a un payaso común, propuse que el personaje estuviera disfrazado de superhéroe y ofreciera una experiencia única a los niños. Además de repartir globos, el payaso superhéroe interactuaría con ellos, contaría historias emocionantes y organizaría pequeños desafíos para que los niños se sintieran como verdaderos héroes.

La propuesta fue un éxito. Los niños estaban emocionados de encontrarse con un payaso superhéroe y participaron activamente en las actividades propuestas. Incluso los padres se sorprendieron y elogiaron la originalidad y el enfoque creativo que ofrecimos.

Esta experiencia me enseñó que pensar fuera de lo convencional y agregar un toque diferente puede marcar una gran diferencia en cualquier situación. No se trata solo de ser creativos en el mundo de la publicidad, sino de aplicar la creatividad en todas las áreas de nuestras vidas.

Así que te invito a que explores tu propio genio creativo. No tengas miedo de desafiar las normas establecidas y de proponer ideas frescas y originales. Alimenta tu imaginación, mantén vivo al niño que llevas dentro y verás cómo tus proyectos, propuestas y relaciones se transforman.

Recuerda, la creatividad no es exclusiva de unos pocos privilegiados, todos podemos desarrollarla y aplicarla en nuestras vidas.

¡Es hora de dejar volar nuestra imaginación y marcar la diferencia con un toque único y especial!

Hasta la próxima, te deseo mucho éxito y que encuentres la felicidad y prosperidad en todo lo que emprendas.

Saludos cordiales,

Jaime Borbolla